lunes, 28 de diciembre de 2009

Intuición

Yo sé de lo que hablo cuando nombro al ramalazo

de la emoción de las miradas.

Sé de lo que hablo y sé de donde emana

el despertar de los atisbos.

No digo más

ni menos.

Retorno en el sueño de los olores adustos,

de las contemplaciones florales.

No despeño al amor desde el filo ni desde el recuerdo.

Yo sé del verso perturbado por presentimientos desentendidos.

Yo sé de vos,

y de tu velamen de vértigo lunar.

Soy tributo,

lluvia desmoronada.

El poema nace en el punto final.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Deuda de olvido

Te debo la noche

y los sueños que aún no te he soñado.

Te debo la lágrima sauce

y el alma de los árboles.

Te debo las voces del silencio de la madrugada.

Te debo la calma que será tormenta,

cristal del viento.

Te debo el mapa de tu risa

y aún no te he dado

el lado menos despedida del tiempo

He faltado a las partidas

y me ofrecí camino para los retornos.

Te debo el matiz de la cabellera del río

en esa hora precisa

y la tristeza de la soledad de los espejos.

Barro que hace memoria,

me debo entero.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Poema y augurio

Eres poema y augurio.
Como yo te quise.



Noche de oscuridad urgente,
sombras de incertidumbre.
Te veré partir cabalgando
el corazón del dolor,
pasando y repasando caminos de piedra y almendra.
Te veré transparente en el sitio preciso.
Y estaré contigo.
Y serás regreso
floreciente y amanecido.
¿Cómo no amarte
pájaro que transcurre, luz sin dudas,
lluvia sin puertas?
La historia nos contará
bajo aquel árbol cansado de su propio peso
en los pies de la ronda de la plaza.
Amantes iguales a si mismos,
cierro los puños con furia de hambre.
No hay destino
que conozca al futuro.

Magia nómade

A golpes de luz
nace entre tus pechos
el vuelo que llena lo oscuro.
El espejo refleja mi cara
y tu gesto.

jueves, 3 de diciembre de 2009

el ciclo recóndito

A veces sucede,
un sueño llegadizo nos acosa en la espalda
y se enquista como un amor perdido.
A veces ocurre.
A veces no hay mejor intento que llorar bajito
del lado en donde nos punza el aliento de la esperanza infinita,
de la mejor alegría,
del deseo inacabado,
de la suerte maltraída.
A veces.